La heparina es un anticoagulante ampliamente utilizado en personas mayores para prevenir y tratar coágulos sanguíneos, reduciendo el riesgo de episodios trombóticos graves. No obstante, su administración requiere precaución y precisión, especialmente en la vejez, debido a las delicadas condiciones de salud que presenta este grupo etario. La dosis necesaria y la técnica de administración correcta son fundamentales para garantizar una terapia efectiva y segura.
También conocidos como trombos, los coágulos sanguíneos representan una seria amenaza para la salud, ya que aumentan la probabilidad de sufrir embolias pulmonares o ataques cardíacos, que pueden tener consecuencias potencialmente mortales. Por tanto, el uso adecuado de la heparina se convierte en una herramienta vital en su prevención.
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¿Qué es la heparina?
La heparina es un medicamento utilizado para prevenir la formación de coágulos de sangre o trombos, o para tratar aquellos ya existentes en el sistema circulatorio. Fue descubierta en la década de 1920 y hoy es uno de los anticoagulantes más utilizados en la práctica médica.
Esta sustancia se extrae comúnmente de los pulmones, el hígado y los músculos de los cerdos, aunque puede producirse sintéticamente. Actúa interfiriendo con el proceso de coagulación en el organismo. Concretamente lo hace mediante la inhibición de la acción de ciertas proteínas en la sangre involucradas en la formación de coágulos, como la trombina y el factor Xa.
La acción anticoagulante de la heparina puede emplearse en diversas situaciones médicas, incluyendo:
- Prevención y tratamiento de trombosis venosa profunda (TVP). La formación de coágulos en las venas profundas, generalmente en las piernas.
- Prevención y tratamiento de embolias pulmonares (EP). Coágulos que se desprenden y viajan hacia los pulmones.
- Prevención de coágulos en situaciones de alto riesgo, como durante la hospitalización, cirugías mayores o en pacientes con condiciones médicas específicas.
Evaluación del paciente y prescripción adecuada
Antes de iniciar la administración de heparina, es crucial realizar una evaluación completa del paciente. Un profesor de la salud, como un médico o enfermero, debe revisar el historial médico, la medicación actual, y realizar una evaluación clínica para determinar la necesidad de heparina y la dosis adecuada de acuerdo con el peso corporal, la función renal y otros factores relevantes.
Preparación y entorno adecuado
Para lograr administrar la heparina correctamente, se debe llevar a cabo una preparación adecuada en un ambiente limpio. Primeramente, es necesario lavar las manos minuciosamente con agua y jabón antes de manipular los materiales de inyección y preparar todos los elementos necesarios en una superficie limpia, asegurándose de contar con jeringas, agujas y gasas estériles.
Selección del sitio de inyección
El área de administración más común para la heparina es el tejido subcutáneo del abdomen. Sin embargo, es esencial evaluar el estado de la piel y evitar áreas con moretones, cicatrices o inflamación. Mantenga un espacio adecuado entre el ombligo y el lugar de inyección, eligiendo un punto de la columna vertebral para prevenir posibles complicaciones.
Por otro lado, la rotación de los sitios de inyección es fundamental para prevenir irritaciones locales y la formación de nódulos en el tejido subcutáneo. Se recomienda alternar los lados derecho e izquierdo del abdomen y variar la posición vertical de la inyección para evitar siempre el mismo punto.
Cómo administrar la heparina correctamente
Una vez preparado el entorno y seleccionado el sitio de inyección, debe procederse a administrar la heparina. Para realizarlo correctamente, es necesario seguir las recomendaciones del servicio de enfermería.
La heparina debe inyectarse por vía subcutánea a través de un pliegue en la piel, normalmente en el abdomen. Es probable que, tras la administración, aparezcan hematomas debido al tipo de medicación. En cuanto al momento, no hay una hora concreta del día en la que sea mejor administrarla, aunque sí es importante que se inyecte cada día a la misma hora.
Técnica general de inyección subcutánea
La técnica adecuada de inyección garantiza la precisión y seguridad del procedimiento. Por ello, se recomienda seguir los siguientes pasos:
- Formar un pliegue cutáneo superficial (pellizco de piel) con los dedos índice y pulgar de la mano no dominante.
- Sostener la jeringa con la mano dominante e introducir la aguja con el bisel hacia arriba con un ángulo 90º. En personas delgadas con poco tejido adiposo y en los niños, se puede administrar con un ángulo de 45º para evitar llegar al músculo.
- No hace falta aspirar al administrar heparina.
- Esperar brevemente unos 5 segundos antes de retirar la aguja y soltar el pliegue cutáneo para ayudar a evitar el retroceso de la sustancia inyectada. Usar una gasa o algodón para limpiar la gota de sangre o líquido que haya podido salir. No es necesario masajear friccionar la piel.
- Dejar acomodado el paciente.
- Depositar las agujas en el contenedor de objetos punzantes.
- Lavar las manos o usar solución hidroalcohólica.
Fuentes:
Mutualia: https://www.mutualia.eus/es/