La disfagia, o dificultad para tragar, es un trastorno que afecta al adulto mayor, especialmente aquellas personas mayores con enfermedades neurodegenerativas, problemas musculares o secuelas de accidentes cerebrovasculares. Aunque a veces se presenta de forma leve o intermitente, sus consecuencias pueden ser graves si no se detecta y trata adecuadamente.
Tragar es un proceso que involucra coordinación muscular, reflejos y control neurológico. Cuando este sistema falla, el simple acto de comer o beber puede convertirse en un riesgo. Las complicaciones van desde desnutrición hasta infecciones pulmonares. Por eso, reconocer las señales de disfagia y actuar a tiempo es fundamental para garantizar la calidad de vida y la seguridad de la persona mayor.

Contenidos
- 1. Malnutrición y pérdida de peso progresiva en un adulto mayor
- 2. Riesgo elevado de deshidratación en adultos mayores
- 3. Infecciones respiratorias: neumonía por aspiración
- 4. Cambios emocionales y pérdida de autonomía en un adulto mayor
- 5. Señales de alerta de la disfagia en el día a día
- 6. La importancia de una dieta adaptada y supervisión constante
1. Malnutrición y pérdida de peso progresiva en un adulto mayor
Uno de los primeros efectos de la disfagia es la reducción en la ingesta de alimentos. La persona mayor comienza a evitar ciertos platos, come menos por miedo a atragantarse o pierde el apetito debido a la incomodidad al tragar. Esta situación puede derivar en malnutrición, lo que afecta directamente su energía, fuerza muscular y estado general de salud.
Con el tiempo, la pérdida de peso puede volverse significativa, debilitando el sistema inmunológico y aumentando la vulnerabilidad ante enfermedades o infecciones. Además, se complica la recuperación ante cualquier intervención médica o ingreso hospitalario.
2. Riesgo elevado de deshidratación en adultos mayores
La disfagia también afecta a la ingesta de líquidos. Muchas personas mayores dejan de beber por miedo a toser, atragantarse o sentir molestias. Esto puede causar deshidratación, con consecuencias que van desde debilidad física hasta confusión mental o infecciones urinarias recurrentes.
La falta de líquidos también dificulta la digestión, el funcionamiento renal y la regulación de la temperatura corporal, lo que agrava otros problemas de salud existentes.

3. Infecciones respiratorias: neumonía por aspiración
Cuando los alimentos o líquidos ingresan por error en la tráquea en lugar del esófago, pueden llegar a los pulmones. Esta situación se conoce como aspiración y puede provocar infecciones respiratorias graves, como la neumonía por aspiración.
Esta es una de las complicaciones más peligrosas de la disfagia. En personas mayores, con un sistema inmune más débil, la neumonía puede ser especialmente grave y requerir hospitalización urgente.
4. Cambios emocionales y pérdida de autonomía en un adulto mayor
El acto de comer no es solo una necesidad física: también es un momento de socialización y disfrute. Cuando una persona mayor no puede comer con normalidad, muchas veces siente frustración, vergüenza o tristeza. Esto puede derivar en aislamiento, pérdida de autoestima y apatía.
Además, depender de otros para alimentarse o necesitar menús triturados puede hacer que la persona sienta que pierde su independencia. Esto afecta su estado emocional y puede complicar aún más su situación general.

5. Señales de alerta de la disfagia en el día a día
Es fundamental saber reconocer cuándo puede estar comenzando una disfagia, ya que muchos de sus síntomas se manifiestan de forma sutil. Estos son algunos indicios comunes:
- Tos o carraspeo frecuente durante o después de las comidas
- Cambios en la voz tras tragar (voz “húmeda”)
- Dificultad para tragar sólidos o incluso líquidos
- Rechazo a comer ciertos alimentos o evitación de comidas
- Pérdida de peso inexplicada
- Infecciones respiratorias recurrentes
Detectar estos síntomas a tiempo puede prevenir complicaciones mayores y facilitar una intervención nutricional o médica adecuada.
6. La importancia de una dieta adaptada y supervisión constante
Una vez diagnosticada la disfagia en un adulto mayor, es esencial establecer una dieta adaptada, diseñada por un profesional en nutrición o logopedia. En muchas residencias especializadas, este plan incluye:
- Texturas modificadas (triturados, purés, semisólidos)
- Uso de espesantes para líquidos
- Técnicas de deglución seguras
- Supervisión en todas las comidas
- Entrenamiento para el personal y seguimiento médico
Estas medidas permiten que la persona mayor siga alimentándose de forma segura y placentera, evitando complicaciones a corto y largo plazo.

La disfagia no es solo un problema de alimentación: afecta la salud física, la seguridad, el estado emocional y la calidad de vida del adulto mayor. Actuar a tiempo, contar con acompañamiento profesional y adaptar la alimentación son claves para evitar complicaciones graves.
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