Sufrir un ictus o accidente cerebro vascular (ACV) puede traer consigo numerosas consecuencias de mayor o menor gravedad según el tipo y lugar del cerebro donde se produzca. Las secuelas de un ictus van más allá de las que se ven a simple vista; aquellas que la gran mayoría reconoce, como por ejemplo la paralización de un lado del cuerpo y la dificultad para hablar.
Para comprender mejor cuáles son las principales secuelas, cómo pueden afectar al organismo y por qué varían los daños de persona a persona, es fundamental comenzar por entender en qué es un ictus.
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¿Qué es un Ictus?
Cuando se produce un ictus, el flujo de sangre a una determinada zona del cerebro se ve interrumpido de forma brusca, lo que altera su normal funcionamiento.
Cuando la sangre no llega a la región del cerebro afectada por la interrupción, los tejidos cerebrales dejan de recibir el oxígeno y los nutrientes necesarios para funcionar correctamente. Esto provoca que numerosas neuronas mueran, y con ello, se ven afectadas las funciones que dichas neuronas llevaban a cabo.
La interrupción del riego sanguíneo en el cerebro puede deberse mayormente en dos tipos de accidentes. Puede tratarse de un ictus isquémico, si es ocasionado por un coágulo que interrumpa el flujo o puede ser un ictus hemorrágico, cuyo origen es la rotura de algún vaso sanguíneo que ocasiona un derrame. Ambos tipos de ictus tienen como consecuencia la muerte de las neuronas de la región del tejido cerebral afectada por la falta de riego sanguíneo.
Secuelas de un ictus
La destrucción de la red neuronal que se produce a raíz de la interrupción en el flujo sanguíneo a nivel cerebral, puede traer consigo distintos tipos de secuelas.
Las secuelas del Ictus pueden clasificarse en:
1. Secuelas Físicas del ictus:
Este tipo de secuelas son las que más fácilmente pueden apreciarse a simple vista. Aquellas que la mayoría asocia con un ictus. Las secuelas físicas o motoras más frecuentes en caso de ictus son la hemiplejia o hemiparesia, es decir la pérdida de movimiento total o parcial de una mitad del cuerpo.
También entre las consecuencias de un ACV están la tetraparesia (alteración del movimiento de las cuatro extremidades), la pérdida del tono muscular, de fuerza, de equilibrio, la falta de coordinación y las alteraciones del habla, de la marcha y pérdida del control de esfínteres. Asimismo, en ocasiones como consecuencia de la dificultad para controlar los músculos y órganos que posibilitan el habla (disartria), además de problemas en el habla, pueden darse dificultades para tragar alimentos sólidos y líquidos (disfagia).
2. Secuelas Perceptivas del Ictus
Asociada a la pérdida de control motor (secuela física), se encuentran las alteraciones o incapacidad para percibir determinados estímulos del entorno, lo que puede traducirse en falta del sentido del tacto, de incapacidad para percibir la propia percepción de la posición del cuerpo, trastornos visuales, trastornos de la sensibilidad y frecuentemente presencia de dolor neuropático.
3. Secuelas Neuropsicológicas
Puede que sean las menos visibles de las secuelas del ictus, pero afectan de forma considerable la autonomía y bienestar de la persona, casi tanto como las consecuencias físicas y perceptivas. Entre este tipo de secuelas se encuentran las cognitivas, las emocionales y las conductuales.
3.1 Secuelas Cognitivas del Ictus:
Este tipo de secuelas altera distintos procesos mentales como la memoria, la atención, la capacidad de organizarse, planificar, leer, comprender o hablar. Cuando se sufre un ictus, es frecuente que la persona tenga dificultad para recordar nombres, personas, conocimientos previos. También es probable tener problemas de desorientación espacial y temporal (como por ejemplo, saber dónde se está o qué día es), así como sufrir de apraxias (olvidar cómo realizar acciones del día a día como comer o vestirse. En algunos casos puede también traer como consecuencia algunas formas de demencia.
En el caso de los problemas de comunicación (afasia) las alteraciones y dificultades pueden ser de distinto tipo, En unos casos puede que la persona afectada no logre encontrar las palabras para expresarse, pero comprende todo (afasia de Broca), mientras que en otros, sucede lo contrario, la persona no comprende lo que se le dice, por lo que lo que expresa no es coherente en cuanto al significado (afasia de Wernicke). También puede que se den los tipos de afasia de forma conjunta, lo que significa que la persona ve afectada tanto su capacidad de comprensión como de expresión (afasia mixta o global) limitando de forma significativa la capacidad de comunicación.
3.2. Secuelas Emocionales
Entre las consecuencias de un ictus, pueden incluirse dificultades para controlar o gestionar las emociones, de todo tipo (positivas y negativas), cambios bruscos del humor, falta de control sobre las emociones o por el contrario, enfriamiento emocional (poca o nula reacción emocional). También se ve afectado el estado de ánimo como consecuencia de un accidente cerebrovascular especialmente en los primeros meses y entre los que se encuentran la ansiedad, la depresión, la apatía, la irritabilidad, la apatía, o la intolerancia a la frustración.
3.3. Secuelas Conductuales
Después de un ictus, la persona puede mostrar cambios en la conducta o personalidad que pueden manifestarse de diferentes maneras. Es posible que la persona afectada por un ictus se muestre desinhibida, haga cosas inapropiadas, o actúe de forma irreflexiva o agresiva. Para otras, los cambios conductuales pueden manifestarse en forma de apatía y desmotivación. También es común que quienes conviven con la persona afectada se percaten de cambios en el carácter o personalidad como pueden ser conductas infantiles, reiterativas o compulsivas, así como egocentrismo o falta de empatía.
Fuentes:
https://hospital.vallhebron.com/
https://www.acdrehabilitacion.com/