Con el aumento de la esperanza de vida, también se han incrementado los retos a la hora de mantener el bienestar de los mayores, lo que conlleva a su vez una mayor demanda de atención sociosanitaria. Si bien son numerosas las patologías y afecciones que pueden afectar a las personas mayores, existen cuatro grandes síndromes geriátricos que de forma general son los que más se sufren después de cierta edad.
Contenidos
Los síndromes geriátricos
Actualmente los profesionales de la salud trabajan de forma activa para que el envejecimiento activo sea la norma, sin embargo existen distintos cuadros patológicos que al incidir en la salud, también lo hacen sobre la calidad de vida de los mayores.
Se trata de los llamados síndromes geriátricos, cuya terminología se acuñó a finales de los años 60, cuando se hacía referencia a las distintas características que presentaban comúnmente a las personas mayores con respecto a otros grupos etarios. En la actualidad se denomina síndromes geriátricos a distintos cuadros derivados de un conjunto de las enfermedades que más prevalecen durante esta etapa de la vida y que incapacitan tanto física como psicológica y socialmente.
Para que sean considerados como síndromes geriátricos, deben compartir características como presentar una elevada frecuencia entre la población de más de 65 años incrementándose después de los 80 años o entre los mayores hospitalizados. Además, después de que se hacen presentes en las personas mayores, la calidad de vida de éstas se ve afectada de forma significativa y suelen requerir de apoyo de terceras personas a medida que avanzan las enfermedades.
Los síndromes geriátricos están interrelacionados entre sí. Un evento determinado puede afectar de forma negativa o positiva a varios síndromes geriátricos, e incluso la aparición de uno de ellos, puede ser el desencadenante de los otros.
¿Cuáles son los cuatro grandes síndromes geriátricos?
Los que actualmente son considerados como síndromes geriátricos son:
Inmovilidad
Cuando se hace referencia a la inmovilidad en los síndromes geriátricos se está hablando de mayores que ven limitada –usualmente de forma involuntaria– su capacidad de moverse o desplazarse.
Esta situación puede darse como consecuencia de problemas físicos, funcionales o psicosociales, entre los que se cuentan la artrosis, las fracturas de cadera, los trastornos neuropsiquiátricos como el Alzheimer, el Parkinson o la depresión, así como patologías cardiovasculares como los ictus o la diabetes, entre otras. También los efectos secundarios de ciertos medicamentos pueden ocasionar la falta de movilidad en los mayores.
La inamovilidad además, suele ser detonante de otros problemas, además de agravar otros síndromes geriátricos.
Entre las consecuencias de este síndrome geriatrico se cuentan:
- Rigidez articular y contracturas musculares
- Debilidad muscular
- Retención e incontinencia urinaria
- Estreñimiento
- Úlceras por presión
- Trombosis venosa y arterial
- infecciones respiratorias
- Osteoporosis
- Deshidratación
- Hipotermia
- Inestabilidad y caídas
- Aislamiento social
- Dependencia
- Institucionalización
Es importante prevenir, en la medida de lo posible, la inmovilidad. Para ello lo ideal es fomentar la movilidad en estos mayores a través de actividades físicas adaptadas, terapia ocupacional o medidas preventivas para que no pase largos periodos de tiempo en la misma postura.
Inestabilidad y caídas
Las caídas son uno de los mayores riesgos de salud para los mayores, puesto que la debilidad ósea y otros problemas asociados a la edad pueden provocar que una caída sea el desencadenante de otras muchas lesiones o patologías.
Los cambios fisiológicos asociados al envejecimiento, como la pérdida de agudeza visual, el equilibrio o la fuerza muscular hacen que las caídas se incrementen en esa etapa. Las consecuencias de estas pueden ser lesiones de gravedad como la fractura de cadera u otro tipo de fracturas óseas.
Si bien las causas suelen ser de distinta índole, como pueden ser los problemas osteoarticulares, cardiovasculares o neuropsiquiátricos, a estos se unen factores exógenos como los obstáculos físicos (desigualdad del terreno, escaleras, tipo de calzado, etc) así como los efectos secundarios de diferentes medicamentos.
La prevención de caídas implica identificar y abordar los factores de riesgo individuales, como el uso de medicamentos sedantes, la debilidad muscular y los problemas de visión, así como realizar cambios en el propio hogar del mayor para minimizar los riesgos.
Incontinencia
La incontinencia urinaria es otro de los síndromes más típicos en la tercera edad y puede afectar mucho su calidad de vida, limitando en muchos casos tanto física como socialmente a los mayores que la sufren, especialmente porque una gran parte no busca ayuda médica. Una de las principales razones para la incontinencia urinaria es el debilitamiento de los músculos del suelo pélvico, la ingesta de ciertos medicamentos, las infecciones urinarias (cada vez más frecuentes durante esa etapa) o los trastornos neurológicos.
Entre las consecuencias de la incontinencia urinaria, además del aislamiento social y la dependencia, están las infecciones urinarias, úlceras cutáneas, caídas, depresión y pérdida de autoestima.
Para evitar (o aminorar) la incontinencia urinaria es recomendable hacer ejercicios de fortalecimiento del suelo pélvico, farmacoterapia o procedimientos quirúrgicos, según causa o tipo de incontinencia. También es posible que se necesiten cambios en la dieta, el consumo de líquidos.
Deterioro cognitivo
Durante esta etapa de la vida se va produciendo una pérdida o reducción de distintas funciones cognitivas y que de forma progresiva se va agravando. Dentro de este síndrome se incluyen patologías como el Alzheimer y otras demencias, pero también el trastorno cognitivo asociado a la edad y otros problemas no tan definidos que afectan a las capacidades mentales de los mayores.
La definición del síndrome del deterioro cognitivo comprende dolencias de distinto origen, gravedad y síntomas. Y entre las consecuencias de estas patologias, especialmente cuando los mayores se encuentran en fases avanzadas de las distintas enfermedades, se cuentan la dependencia de otros para las actividades diarias, alteraciones de la conducta, cambio de carácter, inmovilidad, aislamiento social la ansiedad, depresión, desnutrición, insomnio, caídas, incontinencia, aumento del riesgo de infecciones, etc.
La prevención y tratamiento para los distintos cuadros de deterioro cognitivo suele depender de cada caso, pero en líneas generales implica el uso de distintos fármacos así como de terapia ocupacional, además de otros posibles tratamientos médicos, tanto en las fases tempranas como en las más avanzadas.
En conclusión, los síndromes geriátricos suponen muchos desafíos significativos en el cuidado de los mayores. El síndrome de inmovilidad, las caídas, la incontinencia y el deterioro cognitivo son solo algunos ejemplos de estas condiciones que requieren una valoración integral, atención especializada y un enfoque multidimensional. Es fundamental que los profesionales sociosanitarios estén capacitados para identificar, prevenir y manejar estos síndromes, con el objetivo de promover la salud, la autonomía y el bienestar de las personas de la tercera edad. Además, es esencial fomentar una mayor conciencia ciudadana sobre estos síndromes y garantizar el apoyo, respeto y comprensión de la sociedad hacia los mayores.
Fuentes: https://www.elsevier.es/es-revista-farmacia-profesional-3-pdf-13076255