El envejecimiento puede conllevar ciertas carencias en la alimentación que pueden repercutir en la salud. Conviene recordar la importancia de las vitaminas para personas mayores de 80 años. Mediante la dieta, el estilo de vida y determinados suplementos vitamínicos, la salud de nuestros mayores puede mantenerse.
Desde miResi queremos garantizar la salud y el bienestar de las personas mayores. A continuación te ofrecemos todo lo que necesitas saber sobre la importancia de las vitaminas para personas mayores de 80 años.
Contenidos
1. La importancia de las vitaminas para personas mayores de 80 años
Con la edad es común que el cuerpo cambie y el estilo de vida se adapte. Es frecuente realizar menos ejercicio físico y comer menos. Siendo la actividad física y la nutrición dos factores claves para el envejecimiento activo, conviene prestarles atención.
El sedentarismo y posibles deficiencias nutricionales asociadas a un cambio de vida pueden favorecer la aparición de grasa y la disminución de músculo. Estos cambios constituyen factores de riesgo para la aparición de enfermedades cardiovasculares como el ictus.
También muchos ancianos ven reducida su dieta. Con la vejez no es raro tener menos apetito, y esto muchas veces puede ser provocado por la medicación necesaria para el tratamiento de otras patologías.
Teniendo en cuenta las carencias nutricionales que pueden tener las personas mayores, podemos adaptar su estilo de vida para complementar sus necesidades y que no les falte de nada.
2. ¿Cuáles son las mejores vitaminas para personas mayores de 80 años?
Todos, seamos mayores o no tanto, necesitamos una serie de vitaminas y nutrientes para que nuestro cuerpo funcione correctamente. Sin embargo, hay algunas vitaminas que tienen una importancia clave en las personas mayores. Su ausencia puede provocar problemas de salud y conviene repasar cuáles son, cómo afectan a nuestro organismo y dónde encontrarlas.
2.1. Vitamina D
Muy necesaria y fácil de obtener, la vitamina D se produce en nuestro cuerpo al exponernos al sol. Muchos mayores tienen déficit de vitamina D por su estilo de vida sedentario. Al salir menos al exterior casi no reciben luz solar y su cuerpo produce menos vitamina D de la necesaria.
La producción de vitamina D también puede fortalecerse mediante la dieta. Alimentos como la leche, los huevos y el pescado favorecen la producción de vitamina D.
La vitamina D resulta fundamental para la regulación de los niveles de fósforo y calcio en el cuerpo. Un déficit de vitamina D en personas mayores puede acarrear patologías como la osteoporosis o la artritis reumatoide. Exponiéndose al sol y con una dieta rica en lácteos y pescado las personas mayores podrán vivir más sanos.
2.2. Vitamina B6
La vitamina B6 está presente principalmente en el trigo, las legumbres y los cereales integrales. Esta vitamina interviene en el metabolismo de neurotransmisores encargados de regular el estado de ánimo, por lo que puede ayudar en casos de depresión y ansiedad.
Esta vitamina aporta gran energía, favoreciendo la vitalidad y el tono muscular. Muy recomendable para que nuestros mayores se mantengan sanos y fuertes. Además, la vitamina B6 mantiene el funcionamiento de las células nerviosas, pudiendo proteger ante patologías cognitivas.
2.3. Vitamina B12
La vitamina B12 es una de las más complejas y necesarias para las personas mayores. Nuestro organismo no la produce de manera natural y se necesita del proceso digestivo en su conjunto para procesarla. Un factor clave en su absorción empieza en la boca. Las proteínas R presentes en nuestra saliva ayudan a una mejor absorción de la vitamina B12, por lo que masticar adecuadamente la comida es algo clave en el proceso.
Es común en personas mayores presentar una deficiencia de vitamina B12. Los bajos niveles de esta vitamina están asociados a la anemia y a problemas digestivos y urinarios. Siendo especialmente frecuente en personas mayores conviene hacer lo posible para que la vitamina B12 se absorba adecuadamente.
La vitamina B12 es sintetizada por las bacterias de nuestro tracto intestinal. Para que esto ocurra es necesario contar con una dieta equilibrada, rica en vegetales y alimentos de origen animal. También se recomienda la kombucha, un té fermentado, por su contenido en vitamina B12 y agentes probióticos que favorecen la flora intestinal.
Para deficiencias marcadas de vitamina B12 se pueden suministrar suplementos artificiales que contengan esta vitamina. Este producto es una opción sin gluten y apta para vegetarianos que contiene vitamina B12, aunque siempre recomendamos consultar con un médico o nutricionista antes de administrar suplementos alimenticios.
2.4. Vitamina C
Todos hemos oído cómo teníamos que tomarnos rápido el zumo de naranja o se le irían las vitaminas. Si bien esto es un falso mito, el zumo de naranja es una fantástica fuente de vitamina C y cuánto antes se tome más rico estará.
La vitamina C está presente en frutas como la naranja y el kiwi, y en otros vegetales como la lechuga y el tomate. Con una dieta rica en frutas y verduras el aporte de vitamina C será el necesario, aunque también existen múltiples suplementos con vitamina C en caso de que a las personas mayores les cueste ampliar su dieta.
Se asocia la presencia de vitamina C en la dieta a unas defensas más fuertes, ya que ayuda a prevenir catarros y otras enfermedades. Además, se observa que una dieta rica en vitamina C reduce el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares y otras patologías como la catarata senil.
2.5. Vitamina A
La vitamina A se encuentra en diferentes alimentos de origen vegetal y animal. Entre los más comunes podemos destacar el pollo, pescado, carne, lácteos, brócoli, espinacas, zanahoria o la batata. Este micronutriente es esencial para la vista, además de para llevar un correcto funcionamiento del sistema inmunológico. La Organización Mundial de la Salud (OMS), recomienda un consumo en hombre de 900 mcg diarios y de 700 mcg en mujeres.
Los principales beneficios de ingerir cantidades adecuadas de vitamina A son:
- Previene la ceguera nocturna y el deterioro de la vista relacionado con la edad.
- Reduce el riesgo de padecer ciertos tipos de cáncer.
- Ayuda a mantener un correcto sistema inmunológico y al funcionamiento eficiente del organismo.
- Protege los huesos y reduce el riesgo de fracturas.