Patologías

Úlceras venosas y úlceras arteriales: ¿Cuáles son sus diferencias?

Las úlceras vasculares representan un importante desafío para la salud pública debido a su alta incidencia, lo que se traduce en consecuencias sanitarias y socioeconómicas significativas. Estas lesiones crónicas tienen un impacto negativo en la movilidad del mayor y alteran su imagen corporal. Se dividen en dos categorías principales: úlceras venosas y úlceras arteriales, cada una con características etiológicas y morfológicas distintivas.

Estas lesiones se caracterizan por una interrupción de la integridad de los tejidos y la pérdida de sustancia, resultado de un proceso patológico de origen vascular. Adquirir un conocimiento profundo de las diferencias entre estos tipos de úlceras es de vital importancia para establecer un enfoque terapéutico adecuado y brindar una atención de mayor calidad.

Úlceras venosas y úlceras arteriales

La atención a personas mayores con heridas agudas o crónicas supone todo un reto al que tienen que hacer frente muchos profesionales de la salud. Estas implican un serio problema sanitario con repercusiones a tres niveles: sobre la calidad de vida del afectado, sobre el consumo de recursos asistenciales y sobre el consumo de recursos económicos.

Úlceras venosas

Las úlceras venosas son el tipo más común de úlceras vasculares, representando aproximadamente el 80-90% de los casos. Se desarrollan como consecuencia de una insuficiencia venosa crónica, que ocurre cuando las válvulas venosas no funcionan correctamente, lo que lleva a una acumulación de sangre en las venas de las piernas. Esto provoca un aumento en la presión venosa, dañando las paredes de los vasos sanguíneos y provocando la formación de úlceras.

Este tipo de úlceras suele localizarse en la parte inferior de la pierna, especialmente, en el área del tobillo. Con frecuencia, tienen bordes irregulares, superficies con tejido de granulación y un exudado seroso o purulento. Además, pueden estar rodeadas de cambios en la piel circundante, como pigmentación oscura, dermatitis y endurecimiento.

Dentro de las úlceras venosas, pueden distinguirse tres subtipos:

  • Úlceras varicosas. Estas úlceras se desarrollan debido a la flebostasis (acumulación de sangre en las venas superficiales). Se caracterizan por las lesiones dérmicas en forma redondeada con fondo hiperémico (enrojecido), alta probabilidad de sobreinfección con eccema periulceroso y prurito y molestias al estar de pie. Suelen localizarse en la zona interna del tobillo.
  • Úlceras postrombóticas. Caractizadas por trastornos cutáneos, como atrofia o hiperpigmentación, causan molestias al estar de pie. Presentan formas extensas y múltiples, fondo de color rojizo y bordes irregulares.
  • Úlceras estáticas. Estas úlceras se desarrollan en extremidades con edema, pero sin problemas vasculares periféricos. Son superficiales, poco dolorosas, con formas múltiples y extensas, producen una gran cantidad de exudado y muestran granulación.

Úlceras arteriales

Las úlceras arteriales son menos frecuentes, suponiendo alrededor del 10-20% de los casos de úlceras vasculares. Estas úlceras se desarrollan debido a una mala circulación sanguínea en las arterias, causada generalmente por enfermedades arteriales periféricas como la arteriosclerosis o la enfermedad arterial oclusiva. La falta de suministro adecuado de sangre y oxígeno a los tejidos conduce a la formación de úlceras arteriales.

Suelen aparecer, a diferencia de las úlceras venosas, en áreas más distales del cuerpo, como los dedos de los pies, los talones o las puntas de los dedos. Presentan bordes regulares, una base de úlcera necrótica y un menor exudado. La presencia de dolor intenso, sobre todo durante el reposo o la elevación de las extremidades, es una característica distintiva de este tipo de úlceras.

Las úlceras arteriales se pueden clasificar en tres grupos principales:

  • Úlceras hipertensivas. También conocidas como úlceras de Martorell, se presentan como una complicación de la hipertensión diastólica crónica. Se caracterizan por ser superficiales y de tamaño reducido, con bordes irregulares y enrojecidos con fondo necrótico. La cicatrización es difícil y suele ser altamente dolorosas. Se ubican en la cara anteroexterna del tercio inferior de la pierna.
  • Úlceras arterioscleróticas. Estas úlceras están asociadas con un dolor agudo e insoportable. No suelen presentar exudación y contienen una forma plana y un tamaño variable, piel periulceral intacta y no sangrante. La extremidad afectada muestra piel pálida, delgada, seca, sin vello y uñas engrosadas.
  • Úlceras angeíticas. Suelen relacionarse con la tromboangeítis obliterante o enfermedad de Buerguer, una afección estrechamente vinculada con el tabaquismo que se produce, principalmente, en hombre de entre 30 y 40 años. Normalmente, presentan un aspecto plano y pequeño, con bordes irregulares y fondo atrófico. Se trata de una lesión extremadamente dolorosa, con brotes recurrentes a lo largo de la vida.
Úlceras venosas y úlceras arteriales
Diferencias entre úlceras venosas y úlceras arteriales

Úlceras venosas y úlceras arteriales: Factores de riesgo y causas

Las úlceras vasculares pueden tener diversas causas y factores de riesgo asociados. En el caso de las úlceras venosas, se incluyen:

  • Edad (mayores de 65 años)
  • Sexo femenino
  • Factores de coagulación
  • Antecedentes familiares
  • Hiperlipemia
  • Obesidad
  • Tabaquismo
  • Inactividad física y sedentarismo
  • Traumatismo
  • Comprensión

Las úlceras arteriales comparten factores de riesgo con las úlceras venosas, como la fístula arteriovenosa, el tabaquismo, la inactividad física, el traumatismo y la comprensión. Al margen, también se encuentran:

  • Edad (mayores de 50 años)
  • Sexo masculino
  • Trombo, émbolo
  • Hipertensión arterial
  • Factores genéticos
  • Dislipemia
  • Enfermedad de Raynaud
  • Úlcera isquémica

Es fundamental realizar un diagnóstico preciso para distinguir entre úlceras venosas y úlceras arteriales. Esto se consigue a través de una evaluación clínica completa, que puede incluir pruebas como la medición de la presión arterial en las extremidades, la evaluación de la circulación sanguínea mediante pruebas de ultrasonido Doppler o angiografía, y análisis de la historia clínica y los síntomas del paciente mayor.

Fuente:

Servicio Gallego de Salud (SERGAS): https://www.sergas.gal/

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Paula Lado Freire
Graduada en enfermería por la Escola de Enfermería de Pontevedra, adscrita a la Universidad de Vigo. Cuenta con más de 5 años de experiencia y actualmente trabaja en el centro de salud de Vilanova de Arousa, en Galicia.
Sobre el autor

Graduada en enfermería por la Escola de Enfermería de Pontevedra, adscrita a la Universidad de Vigo. Cuenta con más de 5 años de experiencia y actualmente trabaja en el centro de salud de Vilanova de Arousa, en Galicia.
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