Para muchas familias llega un momento en la vida en el que se debe considerar la posibilidad de que un familiar ingrese en una residencia de mayores. Las razones para ello son muchas, una enfermedad degenerativa, Alzheimer u otras demencias, una casa no adaptada a las necesidades o la imposibilidad de cuidar de el mayor son algunas de ellas. Cuando esto sucede y se está considerando la opción, lo primero que surge es el sentimiento de culpa por llevar a un familiar a una residencia.
Aunque la lógica nos diga que en una residencia el mayor podrá contar con los cuidados y atención que necesita, emocionalmente la situación es otra. Después de todo, han sido ellos quienes han cuidado de nosotros en etapas tempranas y sentir que ahora no podemos responder de la misma forma, cuando lo necesitan, nos hace cuestionarnos sobre si es la decisión correcta.
Contenidos
- ¿Es normal tener sentimiento de culpa por llevar a un familiar a una residencia?
- Causas por las que aparece el sentimiento de culpa por llevar a un familiar a una residencia
- ¿Cómo reconocer el sentimiento de culpa por llevar a un familiar a una residencia?
- Pensar en los beneficios de una residencia de residencia
- Recomendaciones para tratar el tema en familia
¿Es normal tener sentimiento de culpa por llevar a un familiar a una residencia?
El sentimiento de culpabilidad que se tiene cuando se piensa en ingresar a un familiar mayor en una residencia es completamente normal y lo sufre todo el grupo familiar aunque suelen ser los hijos quienes se ven más afectados. Según los psicólogos, esto se debe a que existe un choque entre el modelo de conducta que nos enseñan de pequeños, de cuidar de nuestros mayores como lo esperado, y lo que finalmente sucede por las necesidades tanto del mayor como de la familia.
Podría traducirse como una sensación de estar abandonando a nuestros padres o familiares mayores. Un sentimiento que además suele estar acompañada de la renuencia a abandonar su hogar, por parte de los mayores, pues en muchas ocasiones no están de acuerdo con el ingreso en una residencia.
Incluso cuando se trata de casos en los que el mayor pueda tener una enfermedad como el Alzheimer o el Parkinson en estado avanzado, es común tener sentimiento de culpa, a pesar de saber que en casa puede no contar con los cuidados que necesita. Especialmente porque ciertas dolencias requieren de tratamiento, cuidados y equipos especiales de forma continuada, lo que no puede ofrecerse desde el hogar en la mayoría de los casos, por no mencionar el que muchos familiares asumen un rol para el que física y profesionalmente no están preparados, generando el síndrome del burnout cuidador principal.
Causas por las que aparece el sentimiento de culpa por llevar a un familiar a una residencia
Son muchas y muy distintas las causas que pueden generar o acrecentar el sentimiento de culpa, pero entre las más comunes podemos reconocer:
Nos sentimos malos hijos…
En muchas ocasiones sentimos que somos malos hijos (o familiares) por no cuidar a nuestros padres durante la vejez así como ellos hicieron con nosotros cuando éramos pequeños.
Lo que creemos que piensan los demás
En muchas ocasiones se piensa en lo que creemos pueden opinar otros familiares o amigos, lo que afecta nuestros sentimientos. Podemos sentirnos juzgados, incluso rechazados, incluso si no es cierto lo que se piensa acerca de los demás.
Compararse con otras situaciones familiares
Cada familia es un mundo. Compararse con otros cuyas circunstancias son más sencillas no facilita el manejo de las emociones negativas que puedan surgir. Aunque no siempre se puede evitar, es importante tratar de hacerlo.
Desconfiar del nuevo hogar
La culpa también puede manifestarse cuando desconfiamos de la residencia y de si el mayor va a estar en buenas manos o no. No debemos dudar de esto, pues las residencias son la opción ideal para los mayores, especialmente cuando su salud es delicada.
Sentirse mal por dedicarse tiempo a uno mismo
Es probable que el sólo hecho de dedicar tiempo a las actividades propias haga aflorar sentimientos de culpa por no estar dedicando ese tiempo al mayor. Dedicar tiempo a uno mismo no es egoísmo, es autocuidado.
Enfrentamientos con otros familiares
No siempre está de acuerdo toda la familia en que el mayor vaya a una residencia. Esta situación puede desembocar en malentendidos o disconformidades entre los hermanos o familiares responsables, aumentando el sentimiento de culpa.
No obstante, las causas por las que nos podemos sentir culpables son tan variadas como personas y familias hay en el mundo. Lo más importante es no juzgarnos, y estar seguros de la decisión que se está tomando.
¿Cómo reconocer el sentimiento de culpa por llevar a un familiar a una residencia?
Del mismo modo que existen una serie de causas que originan este sentimiento, es posible reconocerlo a través de signos y señales que hay que saber reconocer y aceptar para entender el proceso por el que se está atravesando. Entre los más comunes se encuentran:
Confusión e indecisión
El sentimiento de culpa puede manifestarse a través del cambio constante de opinión sobre si el mayor debe o no ingresar en una residencia. Sucede de forma cíclica. Es decir, se puede experimentar culpa, luego alivio de forma temporal y volver a sentir culpa.
Ansiedad y depresión
En ocasiones puede darse por separado, pero es normal que vayan de la mano. Ambas son producto de las emociones que provocan este proceso de toma de decisión familiar tan compleja.
Estrés
El estrés puede estar presente de forma constante cuando se considera el ingreso de un familiar en una residencia. Tanto de forma previa como durante el proceso de selección del centro y de ingreso, así como en los primeros meses de adaptación de la familia al cambio.
Añoranza
El cambio de hogar de nuestros seres queridos, si implica que les veamos menos que antes, hace que les echemos de menos y nos genere tristeza y malestar, incluso puede sumarse a la aparición de depresión o ansiedad.
Saber interpretar estos síntomas es clave para poder pedir ayuda profesional en caso que fuera necesario. Además, no debemos reprimir estos síntomas, ya que a la larga puede afectar a nuestro bienestar.
Pensar en los beneficios de una residencia de residencia
Una de las mejores maneras de lidiar con el sentimiento de culpa por llevar a un familiar a una residencia es conocer y entender bien qué son y qué beneficios tienen en la vida de nuestros mayores. Las ventajas de las residencias son muchas y muy variadas, como por ejemplo:
Atención personalizada
Cada mayor cuenta con la atención sanitaria y servicios de cuidado social y personal según sus necesidades.
Promoción del envejecimiento activo
En las residencias se promueven actividades y programas que ayuden a los mayores a preservar su autonomía física y mental para tener una mejor calidad de vida. Todo ello a través de la terapia ocupacional y los programas de ocio.
Al estar en contacto con otras personas, se evita la soledad no deseada, contribuyendo de esta forma a evitar la depresión y el aislamiento social. En una residencia se generan nuevas relaciones y amistades entre los mayores.
Instalaciones adaptadas
Los centros residenciales cuentan con espacios adecuados a las necesidades de movilidad de los mayores, por lo que están en un ambiente seguro en el que pueden mantener la movilidad y autonomía.
Alimentación adecuada
Las necesidades nutricionales durante la tercera edad son distintas, e incluso puede variar en función de las patologías que tenga el mayor, como la tensión alta, la diabetes, Parkinson avanzado y otras. Por ello en las residencias se encargan de ofrecer un menú adecuado a estas necesidades, elaborados por profesionales y supervisados por nutricionistas y personal médico.
Atención a patologías específicas
Existen muchas residencias que están enfocadas en el tratamiento de las patologías relacionadas con la tercera edad como el Alzheimer y otras demencias, el Parkinson o el ictus. De esta forma se puede ofrecer a los residentes la atención, tratamientos, equipos y servicios que necesitan según su enfermedad.
Controlan su medicación
En las residencias, su personal se asegura de que cada usuario tome la medicina que requiere para mantener su salud.
Respiro familiar
Permite a las familias estar tranquilas al asegurarse de que su ser querido se encuentra en buenas manos y tiene los cuidados y atención que necesita.
Recomendaciones para tratar el tema en familia
Si como familia se encuentran en el proceso de decisión de que el mayor ingrese en una residencia, es importante la forma en la que se trate el tema, pues esto puede facilitar el cambio, lo que a su vez ayudará en la gestión de las emociones y del sentimiento de culpa. Para ello se recomienda:
- Implica al mayor en la decisión. Si no se encuentra en una situación de incapacitación, es importante que le impliquen en la decisión. Al fin y al cabo, se trata de su vida y su bienestar.
- No le trates como si fuera un niño pequeño. Nuestros familiares son conscientes de todo y tratarlos como niños pequeños no facilita el proceso de ingreso.
- Apóyate en el personal profesional de la residencia. Ellos pueden orientarte de forma efectiva, pues tienen gran experiencia en el proceso de ingreso y estadía de los mayores. Empatizar con ellos de manera positiva y nunca negativa, son ellos los que pasan más horas al día con sus familiares.
- Evita las despedidas muy emotivas. Claro que se trata de un cambio importante, pero sobrerreaccionar no ayuda al mayor, pues puede sentir que es una despedida definitiva y sentirse abandonado cuando en realidad contará con las visitas periódicas de la familia.
- Ten paciencia. Es un proceso complicado tanto para el mayor como para la familia, por lo que hay que ser paciente.
Es importante también tener paciencia con uno mismo, precisamente para entender que tener sentimiento de culpa ante el ingreso de un mayor a una residencia es normal y perfectamente entendible. Hay que darse tiempo para asimilar y aceptar esta nueva etapa en la vida familiar. Lo importante es que tanto el mayor cuente con la atención y servicios que necesita para garantizar su bienestar y calidad de vida.
Seguiremos luchando para que no siga siendo un estigma ingresar a un familiar en una residencia.
El camino es largo pero lo lograremos.
Tengo a mi hermana en una resi. Y mis hijos van a verla todos los días. Me pregunto si eso es bueno o no. Yo procuro ir lo menos posible por que yo estoy tambien jorobado