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¿Sufres del síndrome de sobrecarga del cuidador principal?

En los núcleos familiares en los que hay una persona con discapacidad o dependiente, es habitual que haya una figura (o varias) que se encarguen del cuidado diario de la persona, y estas suelen sufrir lo que se denomina la sobrecarga del cuidador principal o síndrome del cuidador ´quemado´(del inglés caregiver burn-out syndrome). 

Esta sobrecarga es frecuente, y poco a poco se habla de forma más abierta sobre el tema, pues cada vez son más las personas cercanas o familiares, especialmente las mujeres, que deben encargarse de todos los cuidados y necesidades de la persona en situación de dependencia durante un largo periodo de tiempo. 

¿Qué es la sobrecarga del cuidador principal?

La sobrecarga del cuidador principal puede definirse como el desgaste físico y emocional que sufren quienes se hacen cargo de una persona que debido a su nivel de participación y autonomía, depende de ellos para el desarrollo de sus actividades básicas de la vida diaria y otras más complejas, debido, usualmente a enfermedades graves, a patologías neurodegenerativas como el Alzheimer o el Parkinson, u otras circunstancias que pueden estar asociadas a las personas mayores.

Este desgaste hace que el cuidador se sienta culpable, triste, estresado, agotado, irritable y solo. Puede desarrollar sentimientos negativos hacia el familiar que cuida, así como desmotivación y depresión.  

Este síndrome es producto del estrés crónico que producen las tareas monótonas y repetitivas propias de las labores de cuidar a una persona en situación de dependencia y/o enferma, que a su vez deriva en una sensación de falta de control real sobre la situación.

Entre los factores que caracterizan este fenómeno se encuentra el que usualmente quienes se encargan de estas tareas son familiares, que no tienen una preparación previa para ello y no reciben remuneración económica por encargarse de los cuidados constantes de su familiar. 

En la mayoría de los casos son mujeres que dedican la mayor parte de su tiempo a estas labores, sin un horario predeterminado y suelen contar con poco apoyo, pues cada vez las familias son menos numerosas y estas responsabilidades se dividen entre menos personas.

También influye en este síndrome el posible agotamiento de los recursos económicos como consecuencia del incremento de los recursos que se necesitan para garantizar el bienestar y calidad de vida de la persona en situación de dependencia.

Mujer con el síndrome del cuidador quemado cortándole el pelo a su madre Mujer con el síndrome del cuidador quemado cortándole el pelo a su madre
La atención y cuidado constante de una persona dependiente suele derivar en el síndrome de la sobrecarga del cuidador

Tipos de sobrecarga

Existen dos tipos de sobrecarga del cuidador, la objetiva y la subjetiva. En el caso de la sobrecarga objetiva, se trata del cansancio físico que puede producir las tareas diarias como el aseo, alimentación y otros cuidados fundamentales de la persona mayor dependiente, mientras que la sobrecarga subjetiva está relacionada con las emociones y sentimientos que se generan en el cuidador a raíz de sus responsabilidades.

La causa principal de la sobrecarga subjetiva estaría asociada a la sensación que tiene el cuidador de no poder cumplir con todas las responsabilidades y necesidades que, considera, tiene la persona en situación de dependencia que está bajo su cuidado. Se trata de creer que no se es capaz de cumplir con todo lo que necesita el mayor, a pesar de que se hace lo posible para ello. 

Síntomas de la sobrecarga de cuidador principal

Los síntomas de este síndrome del cuidador quemado suelen ser numerosos. Cuando un cuidador comienza a sufrir de varios de estos síntomas, se puede decir que está experimentando la sobrecarga del cuidador principal.  

  • Estrés.
  • Cansancio. 
  • Fatiga crónica.
  • Angustia.
  • Ansiedad.
  • Depresión.
  • Irritabilidad.
  • Insomnio.
  • Dificultad en la concentración.
  • Problemas de memoria.
  • Apatía.
  • Tristeza.
  • Tensión.
  • Desmotivación.
  • Incapacidad para relajarse.
  • Pérdida o aumento del apetito.
  • Cambios repentinos de estado de ánimo.
  • Cefalea.
  • Problemas de sueño: insomnio, pesadillas o somnolencia.
  • Problemas físicos: palpitaciones, temblor de manos y molestias digestivas.
  • Abuso de sustancias nocivas (alcohol, tabaco o café)
  • Sentimiento de culpa.
  • Aislamiento social voluntario.
  • Disminución o abandono de las aficiones.
  • Desinterés por vivir nuevas experiencias.
  • Sentimientos de soledad.
  • Dedicación plena a las tareas de cuidado.
  • Actitudes y sentimientos negativos hacia la persona que se cuida.
Mujer con síndrome del cuidador quemado en el psicólogo Mujer con síndrome del cuidador quemado en el psicólogo
Cuando se tiene el síndrome del cuidador quemado es importante buscar ayudar

¿Se puede evitar la sobrecarga del cuidador principal?

Es evidente que ser un cuidador principal suele traer consigo el riesgo de sufrir una sobrecarga, por ello es importante ser consciente de la situación. Reconocer que se sufre este síndrome permite buscar ayuda para evaluar la situación, así como la aplicación de distintas estrategias que contribuyan a mejorar la situación del cuidador principal.

Si aún no se ha llegado a experimentar la sobrecarga, es vital para el cuidador principal tomar en cuenta las siguientes consideraciones que pueden ayudarle a prevenir o aminorar la aparición de este síndrome:

  • Conocer y entender cómo evoluciona la sobrecarga.
  • Comprender y aprender a identificar los síntomas. 
  • Reconocer y gestionar las emociones y sentimientos.
  • Pedir ayuda cuando se necesita.
  • Evitar la pérdida de la propia identidad.
  • Dedicar tiempo a uno mismo y aprender. 
  • Utilizar técnicas de relajación. 

La sobrecarga del cuidador principal es una realidad que, como hemos señalado, cada vez recibe más atención (lo que es positivo para evitar sentimientos de culpa y proporcionar herramientas y estrategias  a los cuidadores), pero también hay que destacar que es cada vez más común porque ha aumentado la esperanza de vida y con ello la necesidad de cuidados prolongados durante más años.

De allí la importancia de apoyarse en ayuda externa cuando sea posible, para proporcionar un desahogo de las actividades y responsabilidades a los cuidadores principales y para obtener la asesoría necesaria que posibilite una mejor calidad de vida tanto del cuidador como de la persona que está a su cargo.

Fuentes:

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Raquel García Gallego
Terapeuta Ocupacional Graduada en el Centro Universitario La Salle, Madrid. Experta en Geriatría y Neurorrehabilitación. Encargada de crear y modificar departamentos, así como de ejecutar planes de intervención de Terapia Ocupacional en residencias para mayores. Ha trabajado en primera línea durante la pandemia del COVID-19, asumiendo competencias de otros departamentos. Cuenta con conocimientos en intervención en centros libres de sujeciones, además de una nutrida experiencia en atención a las familias de los mayores. Actualmente, trabaja en un centro de neurorehabilitación en Colmenar Viejo (Madrid) donde atiende a diversos perfiles, entre ellos personas mayores, con el objetivo de prevenir, mantener o mejorar el deterioro funcional que impacta en su nivel de autonomía.
Sobre el autor

Terapeuta Ocupacional Graduada en el Centro Universitario La Salle, Madrid. Experta en Geriatría y Neurorrehabilitación. Encargada de crear y modificar departamentos, así como de ejecutar planes de intervención de Terapia Ocupacional en residencias para mayores. Ha trabajado en primera línea durante la pandemia del COVID-19, asumiendo competencias de otros departamentos. Cuenta con conocimientos en intervención en centros libres de sujeciones, además de una nutrida experiencia en atención a las familias de los mayores. Actualmente, trabaja en un centro de neurorehabilitación en Colmenar Viejo (Madrid) donde atiende a diversos perfiles, entre ellos personas mayores, con el objetivo de prevenir, mantener o mejorar el deterioro funcional que impacta en su nivel de autonomía.
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